sábado, 18 de junio de 2011

V. Argumentando que tengo razón

El desierto abierto frente a mis narices, tengo más de una si eso se preguntan
Cazador de buena sangre, azulada y rubia, que nunca se detiene ante las miradas y los traumas de otras gentes. Yo no planeo conquistar el mundo.

Ahora son horas extrañas para resentirme, pero ¿qué no han pasado suficientes equinoccios como para que ya no piense en derretirme? ¿No han sido suficientes dos impíos, tres moradas, tres mendigos, dos pesares y siete extraños para no sentir que lo que digo vale algo?

Sorpresa grande causa el cantar de los carentes, los pecadores y los 525 huérfanos mal agradecidos que fácilmente fueron desterrados por el padre de San López como resultado a la frigidez jovial de los abnegados al catolicismo. Parten ahora sus cabezas como un bello destello negro a mitad de madrugada; ahora los niños mueren como aves mientras nanas justifican sus secuestros. [absolto ora pater, la carencia permitida]

Mi máscara de muerte traigo ahora, como luto a mis recuerdos, a mis lamentos y decretos, argumentando que algo tiene sentido, que la vida vale algo, más que un hincamiento obligatorio, más que una cabeza socavada y que mil palabras sobre dignos, sobre justos y unos libres.

Destino busca sangre: Despiadado
Dragón amenazante: Defraudado
Ángel Exterminador: Buñuel



Los mil encantos ahora fluyen como esteros de glóbulos rojos, el amor es para los viejos, la lealtad es para los tontos…

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