No creo en las cuentas bancarias, el enema del mundo consumido
Solfeo con singularidad en pleno verano, pero desciendo con audacia en el sin fin de los sin fines
Como el coraje de los pueblos mientras caminan por inmundos, el sonido de los muertos me remite a mis instantes
Decaigo como sangre en muchedumbre, con irregulares sentidos de cerrar
Un momento [sol con lentes espaciales] cara dura en pleno solsticio [súper nada]
Derramemos nuestros vasos en las faldas de la madre superiora
Tiempo ya ha pasado desde el tiempo de los simios, hoy, que no recuerdo, no los considero verdaderos
Mi corazón en la banqueta para que un perro no se muera de hambre [situación vergonzosa]
Cerrados los candados solo queda el cerrojo para derribarlo
No hay sonido ahora
No hay razón ahora
El destino es muy oscuro como para percatarme a donde vuelo
Será mejor que me detenga
Antes que la noche sobresalga la oscuridad me ha violado, enamorado y sumergido con el síndrome de Estocolmo [vendría cociendo las entrañas putrefactas de Gaya en plena muerte] Sus sencillos escupidos con sirenas de monarcas solo me remontan a los momentos de fiereza.
Vaya decepción la de ser un saltamontes con las patas arrancadas
Ahora que los cielos han quedado ciegos me cobijo con la piel de secuestrados [con navajas bajo almohadas y pistolas de tusitas] El lamentable susodicho es un ejemplo de pereza pero amigo de las hienas
[Un sacrílego artefacto se ha prendido,
los coros de los monjes violadores ahora claman por la luna]
"Antes, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde se abrían todos los corazones, donde todos los vinos corrían. Una noche, me senté a la Belleza en las rodillas. - Y la hallé amarga. - Y la insulté.” Rimbaud
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