sábado, 18 de junio de 2011

II. Un Destello de Madame Obviedad

He sofocado desde anoche entonces a las estrellas y las clavé con clavos de concreto, intentando penetrarles el corazón, pero por la forma en que suspiraban pienso que dañé algo como pulmones…

Digo mentiras sobre la historia para parecer idiota
Digo exigencias sobre la vida parecer descontento
Pero digo idioteces descontentas para parecer historia

[Solo uno de los portales me conducía a la morada de los santos… Erré]

Ahora comparezco ante las autoridades con un machete bajo la playera y dos monedas del viejo continente listas para hablar de mi buen comportamiento. Si todo saliese como debiera de salir seguro no me alisto a la marina y le dejo a mis pequeños tres cuartos de la Tierra como testamento de mi hora más amarga, el sol a media sangre no ha parado de callarme. [Condenado sol marchito porqué no te mueres y dejas de restregarme mi mediocridad]

Encinto todo el territorio con cordones de “Peligro, camino restringido”, pero los cuervos pronto vienen y los derriban y abren paso a los mirones, reporteros y canallas… Ahora los que rigen sus los papas asesinos…

Digo bien, digo mal, pero siempre digo nada

Finalmente me seduzco con revistas, con agujas y recuerdos; me enamoro de mis libros de cuadros que imagino que traduzco, sin embargo las lagunas que me esperan me separan ampliamente de los sueños que no entiendo, de las tinas que son tumbas y los pasamanos que son lenguas (pegajosas y viscosas). El laberinto de mi casa es una intriga interminable que me encierra en la provincia lagunera. [el sentimiento de derrota me convoca a los instantes previos, pienso siempre que las piedras no son balas sino carencias que se estancan]

El entendimiento: Revocado
El desentendimiento: Revocado
La inocencia: Revocada
La paciencia: Desmembrada.

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